EL EQUIPO:
Pese a que cada micólogo tiene su particular método de recolección, es
recomendable utilizar uno, que puede ser el siguiente. Necesitaremos llevar
uno o más contenedores, divididos en diversos compartimentos de diferentes
tamaños, con el fin de poder guardar las recolecciones separadas unas
de otras. Así impediremos que se estropeen las setas y se contaminen de
esporas. No utilizaremos nunca bolsas de plástico. También podemos
usar los tradicionales cestos -mejor que sean de fondo plano- siempre
que separemos las setas, envolviéndolas en papel de periódico o de aluminio.
Utilizaremos un cuchillo o navaja plegable y de hoja reforzada para poder
extraer las setas en su totalidad, ya que cuando son para estudiarlas,
han de extraerse enteras, al revés de lo que se recomienda cuando se cogen
para usos culinarios, que han de cortarse por la base del pie, para no
dañar el micelio. También es indispensable llevar una lupa -del tipo "cuentahilos"-
de 10-15 aumentos, para poder efectuar un primer examen. Y finalmente,
un pequeño bloc de notas o cuaderno de campo, donde apuntaremos los diferentes
datos de recolección de cada grupo de ejemplares.
LA RECOLECCIÓN:
En general, las setas tienen una vida muy efímera y en pocas horas envejecen
y cambian de aspecto; por ello, es preciso coger ejemplares jóvenes
y maduros -aunque no demasiado-, y guardarlos de inmediato en el contenedor
para poder estudiar los diferentes estadios de crecimiento. Recomendamos
coger tan sólo los ejemplares más representativos y que conserven la
mayoría de sus caracteres (anillo, ornamentación, volva, etc.). Ha de
evitarse el salir al campo a buscar setas para su estudio tras las lluvias,
ya que pueden hallarse descoloridas o, contrariamente, demasiado coloreadas
al haber absorbido humedad, o también pueden haber perdido parte de
la ornamentación, y confundirnos .
En el momento de coger una seta es importante anotar todas sus características
más perecederas (color de les láminas de los jóvenes, presencia de cortinas,
flocosidades, restos de velo, pruína, escamas, fibrillas, etc.), ya
que, con la manipulación o el transporte, pueden desaparecer parcialmente
estas características o modificarse.
También, como dijimos, es importante arrancar la seta entera y comprobar
si tiene el pie radicante, si presenta cordones miceliares o si tiene
una volva. Es fácil que estos caracteres se nos pasen por alto, si no
hacemos la extracción con sumo cuidado.
Hemos de procurar, a ser posible, no recoger la totalidad de las setas
de la misma especie que crezcan juntas y dejar algunas, preferiblemente
las más viejas, para así preservar su reproducción. No hemos de coger
demasiadas especies: probablemente no tendremos tiempo de estudiarlas
todas y se nos estropearán. Para ralentizar su envejecimiento, pueden
conservarse unos cuantos días en la nevera, dentro del recipiente donde
las recolectamos, pero nunca congelarlas.
Fundamentales son los caracteres organolépticos (color, olor, sabor
y textura de la carne), que habremos de anotar con precisión. Tomaremos
nota del color de las diferentes partes de la seta -incluido el de su
carne- en el momento de la recolección, ya que, con el tiempo o la manipulación,
pueden variar significativamente. Sobre todo miraremos el color de las
láminas de los ejemplares más jóvenes, ya que al madurar también pueden
cambiar de color.
Seguidamente comprobaremos el olor de la carne (de fruta, de pimienta,
de harina, de rábano, de cacao, de anís, de tierra mojada, de moho,
fétida, etc.), y probaremos un trocito, escupiéndolo a continuación
-esta operación no representa ningún peligro aunque la seta sea tóxica-,
anotando su sabor (dulce, amargo, picante, harinoso, ácido, etc.).
La textura de la carne es importante, ya que puede alterarse al envejecer
los ejemplares. Apuntaremos su textura (dura, fibrosa, elástica, suberosa,
coriácea, esponjosa, etc.). También comprobaremos si exsuda látex y
registraremos su color inicial, comprobando al cabo de unos minutos
si ha cambiado de color.
Siempre es importante tomar nota de les características del hábitat
donde nos hallemos, del tipo de bosque (encinar, alcornocal, hayedo,
pinar, etc.), y de las diferentes plantas que vivan en su sotobosque.
También puede ser muy útil conocer su orientación, altitud, tipo de
suelo (calcáreo, silicio, pedregoso, arcilloso, etc.), si es seco o
húmedo, el tipo de substrato donde se hallen las setas (sobre madera,
en el suelo, en un árbol vivo, entre musgos, entre la hojarasca, etc.).
También ha de anotarse la manera en que crezcan las setas (aisladas,
en grupos, fasciculadas, en círculos, en línea, etc.), así como su abundancia.
Para finalizar, deberemos apuntar el lugar o la situación geográfica
donde nos hallemos.
LA FOTOGRAFÍA:
En la micología actual es prácticamente imprescindible, como documento
complementario de la ficha descriptiva de la seta, una buena fotografía
de los ejemplares recolectados. En la fotografía micológica es prioritario,
incluso más que la calidad artística, el poder mostrar con toda claridad
los rasgos distintivos más importantes de la especie. El conseguir los
dos objetivos a la vez, es un difícil reto que todo micólogo desea obtener.
Esta especialidad fotográfica puede practicarse tanto en el bosque como
en casa. Si escogemos hacerla en casa, pondremos unos cuantos ejemplares
-los más representativos- sobre una cartulina de colores neutros. Los
dispondremos de manera que se aprecien todas sus partes: un ejemplar
cortado por la mitad para ver la carne, la estructura interna de la
seta, la silueta y los posibles cambios de coloración; uno sin pie donde
se vea la superficie del sombrero; otro donde resalte el himenio; y
alguno muy joven donde se vea la forma inicial. La iluminación puede
ser tanto natural (siempre difusa, nunca directa) como artificial (flash),
mejor ayudados de pantallas reflectoras para eliminar las sombras y
poder controlar mejor la luz.
La fotografía en el campo -método que personalmente preferimos-, la
haremos en el propio hábitat donde hemos hallado las setas, o si las
condiciones de iluminación nos lo permiten, en uno similar. Pondremos
las setas procurando que se aprecien todas sus características externas,
dentro del marco donde las hemos encontrado, intentando ponerlas de
la manera más estética y natural posible. Para fijarlas al substrato,
utilizaremos agujas o palillos, que llevaremos en un estuche junto con
unas pinzas y un nebulizador de agua, para darles un toque de frescor,
si es preciso.
El equipo fotográfico que os aconsejamos es el siguiente: una mochila
provista de una máquina fotográfica del tipo reflex con objetivo macro
de 50 o 60 mm; unos anillos de aproximación para fotografiar las especies
más pequeñas; un trípode corto y estable, a fin de poder trabajar lo
más cerca posible del suelo con seguridad; un cable disparador; reflectores;
y una alfombrilla para apoyar las rodillas.
Los mejores resultados se obtienen utilizando película de 100 ASA para
diapositivas, diafragmada entre 11 y 32, y expuesta a velocidades comprendidas
entre 1/15" y 4". Si optamos por la fotografía digital, deberemos
usar el formato RAW o, si no es posible, el formato JPEG de mayor resolución
que nos permita nuestra cámara. Hemos de procurar hacer las fotografías
en lugares bien iluminados, evitando siempre la incidencia directa del
sol.
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