CORCOVADO

(del 27 al 30 / 8 / 2012)

 

 

Por: Miquel À. Pérez-De-Gregorio i Capella

 

Una ballena jorobada o corcovada (Megaptera novaeangliae) en la costa de Bahía Drake, en el océano pacífico, muy cerca del P. N. de Corcovado y la Isla del Caño

 

Tras el desayuno en la Foresta, nos dirigimos al sur, hacia el aeropouerto de Palmar Sur, pasando por Dominical, Playa Hermosa, etc. Una vez en Palmar Sur, pudimos visitar el Parque de las Esferas. Estas esferas son conocidas localmente como “Las bolas de Costa Rica”. Como conjunto se consideran únicas en el mundo por su número, tamaño, perfección, formación de esquemas organizados y abstracción ajena a modelos naturales. De origen indígena, se datan entre el s. IV a. C. y 300 años d. C., desconociéndose aún hoy en día su finalidad y sentido.

 

Una de las esferas del Parque de Palmar Sur

 

En los árboles de los alrededores del pueblo, abundan las aves, como este picapinos o carpintero centroamericano (Melanerpes pucherani)

 

En poco tiempo, un taxi nos llevó desde el aeropuerto de Palmar Sur hasta Sierpe, despidiéndonos del que fue nuestro coche durante varios días. El camino de Palmar a Sierpe, está plagado de bananos, y en pocos Km llegamos a este puerto fluvial, donde un bote nos llevará durante algo más de una hora, atravesando un manglar precioso y repleto de vida, hasta entrar en el puro pacífico, hasta llegar a nuestro lodge en la Bahía Drake. A cada milla, descubrimos un paisaje si cabe más espectacular que el anterior. Sin duda, ante nuestros ojos, se abre el paisaje más salvaje que veríamos en todo el viaje ¡ PURA VIDA ! como dicen los ticos. Al llegar a nuestro destino, el Aguila de Osa Inn., nos soprende una tormenta tropical de aupa, que ya nos deja claro desde un inicio que aquello es la selva "de verdad". Nos recibe Don Carlos, que nos pide que nos olvidemos de todo y disfrutemos de la vista desde el comedor, mientras nos ofrecen un cóctel de ron con mango. Sin duda, hemos llegado al paraíso.

De las variadas opciones que existen en la zona para pernoctar, escogimos una que colmó todas nustras espectativas. Aguila de Osa Inn, no es quizás el más lujoso de la zona, pero sí que es un lujo en la pura selva. El paquete de 4 dias/tres noches que nos ofreció este lodge, nos pareció corto. La atención personal recibida, la comida, las excursiones, el cuidado que tienen con el Medio Ambiente, su situación inmejorable, junto al río Agujitas, la cantidad de fauna que puede observarse....., en fin, lo mejor sin duda alguna de nuestro viaje. Inolvidable y totalmente recomendable. Repetiríamos sin dudarlo !

 

Anna en el puerto de Sierpe, en el bote que nos llevaría a bahía Drake

 

Un rincón del manglar de Sierpe

 

Aspecto exterior de las habitaciones

 

Un detalle de nuestra amplia y cómoda habitación

Una fantástica comida nos esperaba ya en el comedor con vistas al pacífico, y depués, una vez nos alojamos, decidimos pasar parte de la tarde paseando hasta el pueblecito de Bahía Drake y explorar los alrededores.

 

Anna en la playa de bahía Drake

 

Las escolares del pueblecito acaban el recreo y regresan a clase

 

La avifauna de los alrededores del lodge es abundante y variada. En este caso, un ejemplar de martín pescador grande (Megaceryle torquatus)

 

Tras el paseo, la lluvia llega de nuevo, y esperamos descansando al aperitivo de antes de la cena. Un pica pica delicioso, que acompañamos de un jugo natural. Más tarde, la cena. El pescado, excelente. Todo de maravilla. Don Carlos nos comunica que, debido al tiempo, es mejor que al día siguiente, en lugar de la visita al Parque Nacional de Corcovado, hagamos la excursión a la Isla del Caño con snorkeling, y nos habla de la alta probabilidad de ver cetáceos. Iremos con un matrimonio belga y su hija, es decir, siete personas. Saldremos muy pronto, así que tras la cena, nos acostamos, no sin antes hacer un pequeño safari nocturno por los jardines, descubriendo escarabajos, mariposas, murciélagos y ranas. El día amanece precioso, pero las nubes vienen y van si parar. Es la época de lluvias, y no en vano es una de las zonas más húmedas de Costa Rica. Salimos en el bote y muy pronto avistamos un grupo de orcas falsas. La mar no está muy movida, pero tampoco plana, lo que dificultará mucho la fotografía. Seguimos hacia la isla del Caño, y alguien dice haber visto una ballena. Lo siguiente ya fue inolvidable.....

 

Una falsa orca (Pseudorca crassidens), saltando cerca de la costa de Corcovado

 

Un plano del lomo de la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), con su "joroba" identificadora que le da el nombre. Vimos un grupo de siete ejemplares: hembras y crías

 

La cabeza también característica de la corcovada (Megaptera novaeangliae)

 

Esta especie es famosa por sus saltos acrobáticos fuera del agua, sobretodo los jóvenes

 

Las aletas blancas también son una seña de identidad de la ballena jorobada

 

Un ejemplar joven se dispone a dar un salto

 

Entre la avifauna marina, pudimos observar algunos charranes y sobretodo estos alcatraces o piqueros (Sula leucogaster)

 

Una preciosa playa solitaria en la isla del Caño. En sus alrededores realizaríamos varias paradas para practicar snorkeling. Aquí el agua estaba mejor que en el Caribe, pero la obligatoriedad de llevar chaleco salvavidas, aunque sea desinflado, limita mucho la capacidad de inmersió, y en consecuencia de hacer fotografías

 

Un pez loro (Scarus rubroviolaceus)

 

Un detalle del arrecife coralino que rodea la isla del Caño

 

Un pez ángel real (Holacanthus passer)

 

Tras el buceo, algo agotados, nos dispusimos a ir a comer a alguna playa. Como el tiempo amenazaba lluvia, decidimos entre todos regresar a la costa y comer en la playa de Sanjosecito, una de las más bellas y famosas de la zona. Una comida de pic-nic bajo las palmeras es un auténtico lujazo.

 

Anna y Oriol se refrescan en el pacífico, en la idílica playa de Sanjosecito

 

Mientras comemos, nos visita una de las aves emblemáticas de la zona:

las lapas rojas (Ara macao)

 

Regresamos al lodge contentos y cansados, con cientos de imágenes en las cámaras y en la retina. De vez en cuando, vuelve a llover, pero en seguida sale el Sol y desde una mecedora en la terraza de mi bungalow, observo la cantidad de aves que nos rodean. Otra vez me sale desde dentro aquella expresión tan típica entre los ticos: PURA VIDA !

 

Anna saliendo de la zona del comerdor / recepción y dirigiéndose a las habitaciones

 

Desde mi terraza, sin moverme, y teniendo tan sólo un zoom 18-200 mm, consigo captar imágenes como la de este tucán de Swainson (Ramphastos swainsonii).

 

Esta vez desde el comedor, puedo captar a esta garza nocturna Sabacú (Nyctanassa violacea).

 

Llega la noche, y será movida. Una tormenta tropical llega al Pacífico. Nunca creo haber visto tantos rayos. La cena, como siempre, excelente. Tras charlar un rato, Don Carlos nos comunica que mañana iremos temprano al Parque Nacional de Corcovado. Iremos los cuatro sólos, de la mano de un guía excelente: Toni Rojas. Amanece un día fantástico, y aunque durante muchos ratos estará nublado, no nos llueve a penas. La mar está tranquila, y de camino en bote hasta la estación de San Pedrillo, oteamos el horizonte a la búsqueda de ballenas. No hay suerte esta vez, pero vemos tortuga verde y una raya planeando sobre el mar.

El Parque Nacional Corcovado se encuentra en la Península de Osa al suroeste de Costa Rica, y es parte del Área de Conservación Osa. Fue creado el 24 de octubre de 1975, y comprende un área de 50.000 ha terrestres y 5.375 ha marinas. Es considerado una pieza muy importante en el amplio sistema de parques nacionales y reservas biológicas del país. La diversidad biológica es sorprendente. National Geographic lo ha llamado "el lugar más intenso del mundo, biológicamente hablando" y se estima que ningún lugar en el mundo de esta extensión, alberga una mayor diversidad biológica. El parque conserva el bosque primario más grande del Pacífico americano, junto con uno de los pocos remanentes de tamaño considerable de bosque tropical húmedo en el mundo. Corcovado es suficientemente grande para sostener poblaciones importantes de tapir o danta (Tapirus bairdii), jaguar (Panthera onca) y chancho de monte (Tayassu pecari), especies que están consideradas en peligro de extinción, además de contener 150 especies de mamíferos (lo cual representa el 10% de las especies de mamíferos del continente americano). La abundancia en vida silvestre se puede explicar en parte por la variada vegetación, de la cual existen 13 tipos, incluyendo bosque de montaña, manglar, bosque de pradera, bosque aluvial de planicie, bosque de pantano y otros, que en conjunto contienen 500 especies de árboles. Las altas precipitaciones anuales dan lugar a una gran cantidad de cursos de agua (como los ríos Sirena, Llorona, Molina, Madrigal) y zonas lacustres, favoreciendo el desarrollo de bosques con árboles de gran altura. Se desarrolla de esta manera un hábitat ideal para el desarrollo y mantenimiento de 350 especies de aves, 150 especies de mamíferos, más de 100 especies de reptiles y anfibios y unas 5500 de insectos.

Tras desembarcar en San Pedrillo, la estación de guardaparques más cercana a Bahía Drake, nos registramos y nos dirigimos de la mano de Toni a entrar en la selva por el sendero que lleva al río Pargo. Parece que somos los primeros. No será una ruta muy larga, pero sí dificultosa por el barro y al tener que cruzar algún riachuelo. De vez en cuando, haremos incursiones a las playas, siempre solitarias. Regresamos y tomamos algo de agua, y esta vez, nos dirigimos hasta una cascada preciosa, para a continuación, darnos un refrescante baño en un riachuelo vírgen. A la vuelta, comemos. Como siempre, todo excelente, sobretodo la piña. Veamos unas imágenes:

 

Toni Rojas, nuestro fantástico guía, y Oriol, paseando por una playa cerca de la estación de San Pedrillo

 

Unas huellas frescas de tapir o danta (Tapirus bairdii) sobre la playa

 

Una ranita de la especie Allobates talamancae

 

Los troncos huecos de los grades y viejos árboles de la selva, son un hábitat ideal para los murciélagos, como estos Saccopteryx bilineata

 

Un precioso y espectacular grupo de Cookeina tricholoma

 

Un macho de gran curaçao (Crax rubra), una ave de buen tamaño que se camufla entre la espesa vegetación

 

Los pequeños reptiles son numerosos en la selva, como este bellísimo Norops humilis

 

Las playas de Corcovado, solitarias y remotas

 

Un rincón del bosque inundado, paraíso para los insectos y los anfibios

 

Un primer plano de una puesta de una rana arborícola

 

 

Esta lagartija del Pacífico (Norops cupreus), muestra su espectacular papada para comunicarse y como simulacro de peligro, para ahuyentar a sus depredadores

 

Un cangrejo hermitaño (Coenobita compressus)

 

Una garza tigre (Trigrissoma mexicanum)

 

Una pareja de confiados zopilotes negros (Coragyps atratus)

 

Un detalle del riachuelo contiguo a San Pedrillo

 

Para llegar a la cascada hay que cruzar el río

 

Por fin nos damos un refrescante baño, sólos en la inmensidad de la selva...

 

Mientras nos bañamos, Oriol se va con Toni Rojas a la cascada, y en su base, fotografía a este cocodrilo joven (Cocodrylus acutus).

Según Toni, no suele bajar a la zona del baño.....

 

Una última imagen que pretende plasmar la alegría del momento vivido

 

De regreso al lodge, estamos bastante cansados. La familia prefiere quedarse en el porche o aprovechar el wi-fi del área de recepción. Propongo a Oriol ir a navegar con kayac por el río Agujitas, para surcarlo al lado de los cocodrilos, pero está realmente agotado.

En mi mente no deja de latir una idea, y es que al día siguiente tendremos que abandonar este paraíso. Estoy cansado y sólo llevo chanclas, pero decido coger la cámara e ir a dar una vuelta por el lodge. Mi idea no es ir demasiado lejos, de ahí mi indumentaria, pero una vez en el embarcadero del lodge, decido tomar el sendero hacia el sur (el que va al pueblo ya lo hicimos el primer día). Al principio es llano, pero más tarde, tras cruzar el puente colgante sobre el río Agujitas, se vuelve embarrado y sinuoso. Al llegar al puente, me encuentro a algún lugareño que tiene prisa por llegar al pueblo para ver el partido de fútbol, también pasión en Costa Rica. Dudo un momento, pero como me puede el corazón a la razón, decido continuar. El camino se va haciendo cada vez más difícil, pero me lo tomo como un reto personal. Era "mi tarde en Cocalito". Cocalito es una playa preciosa y solitaria que está a unos 35' a pie desde Aguila de Osa Inn. Atraviesa la pura selva, aunque por el camino hay una pequeña zona de pista de cemento, que lleva a La Paloma, quizás el lodge más lujoso de la zona. Sin prisas pero sin pausa (no quiero que me pille la noche), sigo andando con una humedad asfixiante. Las chanclas se portan bastante bien, y estoy absolutamente sólo en la selva. Sólo se oyen los cantos de los pájaros, los gritos de los monos y las omnipresentes cigarras. Tras una senda estrecha y embarrada, llego a la playa de Cocalito. No hay nadie. Tengo la sensación momentánea de ser el único ser humano en el Mundo. Me siento sobre un cocotero tumbado y reflexiono sobre el viaje y sobre mil cosas. Puedo decir que allí, sólo ante la inmensidad de la Naturaleza, me encontré conmigo mismo. Miro el reloj y me doy cuenta de que ha pasado el tiempo y quizás la familia se pregunte dónde estoy. Decido regresar tras fotografiar unas setas, pero cuando llego al puente colgante, me encuentro un espectáculo alucinante. Un grupo de unos 15 monos carablanca, han tomado el puente y los árboles adyacentes. Me quedo quieto y en silencio, y llegan a acercarse a menos de un metro de mi. Disfruto enormemente del momento, pero regreso a buscar a Oriol para que no se lo pierda. Es casi de noche, pero aún están ahí y Oriol puede, al menos, verlos. Ahora sí que estoy cansado de verdad, pero sólo físicamente. Mi mente está feliz.

 

Imagen panorámica de la playa Cocalito, tal como la viví, solitaria y sobrecogedoramente bella.

 

Una ave preciosa, la tangara capuchidorada (Tangara larvata)

 

Una vez llego al puente colgante sobre el río Agujitas, me encuentro con tráfico inesperado.........Los monos carablanca (Cebus capucinus).

 

Un detalle de uno de los monos carablanca que se me acercaron a menos de un metro

 

A la mañana siguiente, amanece el día más soleado de cuanos habíamos tenido. Puede ser una despedida como procede, o quizás un guiño para que nos quedemos. Desgraciadamente, tenemos que regresar, pero el camino de vuelta aún nos dejaría imágenes para el recuerdo:

 

Un enorme ejemplar de cocodrilo americano (Cocodrylus acutus) se dispone a sumergirse ante nuestra presencia

 

Un último vistazo al embarcadero de Sierpe

 

 

 

 

En esta crónica, además de este capítulo, podréis encontrar el siguiente contenido:

 

INTRODUCCIÓN

TORTUGUERO

CAHUITA

SELVA VERDE

VOLCÁN ARENAL

MANUEL ANTONIO

VOLCÁN POÁS

 

 



Las fotografías de este reportaje han sido realizadas con varios equipos:

  • una Nikon D300 + zoom Nikon 18-200 mm, micronikkor 60 mm D o bien Tamron 90 mm (el autor)
  • una Panasonic Lumix DMC-TZ4 (Miquel Àngel jr.)
  • una Nikon D5100 (Oriol) + zoom Nikon 18-200 mm o bien Tamron 90 mm

Dichas fotos pertenecen a sus autores respectivos y no pueden ser utilizadas sin el permiso expreso de los mismos.

Cualquier sugerencia será bienvenida a mycena@telefonica.net